Marcos Pérez Jiménez
(Michelena, 1914 - Alcobendas, España, 2001) Militar
y político venezolano que presidió la República entre 1952 y 1958. En 1948 participó en el golpe militar que derrocó a Rómulo Gallegos y, en 1952, a pesar de no tener mayoría de votos, el régimen lo impuso en la presidencia de la República. Su dictadura se caracterizó por la represión policial, el auge del petróleo y la corrupción. Fue destituido (1958), juzgado por desfalco (1963) y encarcelado (hasta 1968). En 1968 participó en las elecciones presidenciales al frente del partido Cruzada Cívica Nacionalista, del que fue expulsado en 1974. En 1994 volvió a ser condenado por corrupción. En 1999, coincidiendo con su ingreso en un hospital a causa de una embolia cerebral, prescribieron los delitos de los que se le acusaba.
El golpe de estado del 24 de noviembre de 1948
instauró en el poder a una Junta Militar presidida por el teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud, hasta entonces ministro de la Defensa; por el oficial del mismo rango Marcos Pérez Jiménez, antiguo jefe de las Fuerzas Armadas, líder de la conspiración contra Rómulo Gallegos y principal colaborador en el golpe de 1945; y por Luis Felipe Llovera Páez, también con el rango de teniente coronel.
Los primeros actos de la Junta Militar estuvieron
orientados a neutralizar a las grandes fuerzas opositoras, sin darles tiempo a reaccionar; de hecho, esta estrategia se mantuvo durante los diez años de dictadura que siguieron al golpe militar, convirtiéndose en la fórmula por excelencia para la conservación del poder. Así, Acción Democrática y el Partido Comunista fueron ilegalizados en una primera fase, y, luego, sus miembros fueron exiliados, perseguidos, apresados y torturados, con miras a la desarticulación de estas organizaciones. La Unión Republicana Democrática y Copei gozaron de legalidad durante este período y, de hecho, participaron en las elecciones que se desarrollarían en 1952.
El régimen de la Junta Militar fue uno de los más
antidemocráticos de la historia de Venezuela. Diez años de suspensión de las libertades públicas, de corrupción y de fraude político es la frase que sintetiza la historia venezolana durante el período de 1948 a 1958. La presidencia de Carlos Delgado Chalbaud fue interrumpida abruptamente tras su cruento asesinato. Lo sucedió en el poder Germán Suárez Flamerich, quien asumió la presidencia temporal de lo que entonces comenzó a llamarse Junta de Gobierno de los Estados Unidos de Venezuela.
El 30 de noviembre de 1952 se convocó a elecciones para
elegir los diputados a una Asamblea Constituyente. Participaron en ella el FEI (partido apoyado por la Junta de Gobierno), Copei y URD (apoyado por AD y por el Partido Comunista desde la clandestinidad). La negativa por parte del Gobierno a publicar los resultados electorales evidenció el carácter fraudulento de las mismas y la nula vocación democrática del régimen. El Gobierno dio como triunfador al FEI, y el 4 de diciembre del mismo año Marcos Pérez Jiménez asumió la presidencia provisional del Gobierno. Ya en abril de 1953, la Asamblea Nacional Constituyente lo ratificó como presidente constitucional.
En materia económica, sin embargo, el Gobierno de
Pérez Jiménez se vio favorecido por los abundantes ingresos fiscales. La época de la posguerra se convertía en beneficiosa para Venezuela por la venta de hidrocarburos. El régimen de las concesiones había sido adoptado nuevamente por el Gobierno, que disfrutaba entonces del 50 por ciento de los beneficios de la explotación petrolera, gracias a la exitosa gestión del presidente Betancourt en su primer mandato (1945-48). La modernización del país en materia industrial y de obras públicas fue uno de los logros incuestionables de este período. El auge del comercio entre Venezuela y los países del Atlántico Norte era seguido por edificaciones monumentales y construcciones de alta envergadura, sobre todo en materia de vialidad. La autopista Caracas-La Guaira constituye uno de los elementos más representativos de las obras adelantadas por Pérez Jiménez. Desde el punto de vista político, la presidencia de Pérez Jiménez estuvo marcada, casi en su totalidad, por la lucha en pro de la extinción de la oposición, en especial la de Acción Democrática, partido que quedó casi desarticulado a finales de la dictadura. La policía política, la "Seguridad Nacional", desempeñaba el rol de defensor del régimen. Su estrategia era la del espionaje, la persecución y la tortura. Un régimen del terror, sin duda alguna, era lo que se había consolidado en Venezuela ya para los años 1956 y 1957. Difícilmente un sistema económico con tanto auge podía ir acompañado de un régimen político tan cerrado y autoritario. Ambos factores confluirían en la concreción de un golpe de Estado de carácter popular (aunque con ayuda militar) el 23 de enero de 1958.
Los acontecimientos que precedieron a esa fecha, de muy diversa naturaleza,
indicaban el grado de descontento general hacia el régimen. La gota que colmó el vaso cayó el día 1 de noviembre de 1958, cuando Pérez Jiménez convocó a un plebiscito para decidir acerca de su reelección en la presidencia para los cinco años siguientes. Los primeros en protestar fueron los estudiantes de la UCV, quienes el 21 de ese mismo mes realizaron una manifestación masiva a las puertas de la Universidad. Si bien aquel acto fue brutalmente reprimido, marcaría el inicio de una revuelta que no cesaría hasta el final del régimen.
Paralelamente, el Partido Comunista convocó a una alianza con
los distintos partidos de oposición. Primero contactó con Unión Republicana Democrática y ambos partidos fundaron la llamada Junta Patriótica; a ella fueron convocados, posteriormente, Copei y Acción Democrática, la cual se reorganizó a partir de su militancia más joven. Cuadradas las fuerzas políticas, y contando con el apoyo de los estudiantes, faltarían los actores decisivos, los militares y la ciudadanía. Hasta diciembre de 1957 se pensaba que las Fuerzas Armadas se encontraban perfectamente unificadas; sin embargo, para sorpresa de todos, el 1 de enero de 1958 se había producido un alzamiento militar comandado por el coronel Hugo Trejo. Si bien fue debelado, este acontecimiento permitió detectar un sector de oposición en el ejército. Los militares no tardaron en contactar con la Junta Patriótica a través del brazo estudiantil.
Finalmente, el 21 de enero se convocó a una huelga general; los
estudiantes se encargaron de repartir la propaganda entre la ciudadanía y, ese día, verdaderas multitudes descendieron de los cerros en protesta contra la dictadura. Pese a ser declarado el estado de sitio, el 21 y 22 de enero fueron días de revuelta masiva, y en la madrugada del día 23, mientras los militares tomaban el palacio de Gobierno y las emisoras de radio, el dictador Marcos Pérez Jiménez huía de la ciudad en el avión presidencial, conocido popularmente como "la vaca sagrada".
in Biografias y Vidas
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domingo, 29 de dezembro de 2013
OS DITADORES - PÉREZ JIMÉNEZ -VENEZUELA
sábado, 28 de dezembro de 2013
OS DITADORES
Fulgencio Baptista
Político e ditador cubano, Fulgencio Batista y Zaldívar nasceu a 16 de janeiro de 1901, em Banes, e morreua 6 de agosto de 1973, em Marbella, Espanha. Oriundo de uma família muito pobre, alistou-se, em 1921, noexército. Em setembro de 1933, organizou a chamada revolta dos sargentos, que derrubou o regime emvigor em Cuba. O primeiro período da sua governação deu-se entre 1933 e 1944. Batista consolidou o seupoder concentrando em si todas as nomeações para os cargos públicos. Ao mesmo tempo, aumentou a suafortuna pessoal, tornando-se o homem mais poderoso de Cuba.Em março de 1952 regressou ao poder,novamente através de um golpe militar. O facto de a situação económica cubana se ter agravado bastantenos oito anos em que ele esteve afastado levou a que Batista fosse aclamado pelo povo. Passou então agovernar como um verdadeiro ditador, contando com o apoio norte-americano. Instaurou um regimeautoritário, mandando prender os seus opositores e restringindo as liberdades através do controlo daimprensa, da universidade e do congresso.
O regime de Batista foi derrubado em 1959 por um ataque de forças rebeldes comandadas por Fidel Castro.Batista viu-se obrigado a fugir do país. Exilou-se na Ilha da Madeira e mais tarde no Estoril.
in Infopédia
sexta-feira, 27 de dezembro de 2013
Documentos para a História
1
Pelo Socialismo
Questões político-ideológicas com atualidade
http://www.pelosocialismo.net
_____________________________________________
Publicado no “Avante!” n.º 2083, de 2013/10/31: http://www.avante.pt/pt/2083//127512/
Colocado em linha em: 2013/12/16
URSS um novo olhar sobre a sua história
Drama no seio da Revolução de Outubro
Manoel de Lencastre
Trotsky pedira a demissão do seu cargo de Comissário para os Negócios
Estrangeiros. O Comité Central parecia agonizar numa luta terrível para
conseguir consenso durante o debate que levaria à designação dos
camaradas que haviam de seguir para Brest-Litovsk e proceder,
finalmente, à assinatura do Tratado com o governo alemão.
«Esta semana», disse Lénine, «a semana de 18 a 24 de Fevereiro de 1918 em que
vimos a captura de Dvinsk e de Pskov, a semana em que se deu a ofensiva militar
dos imperialistas alemães contra a República Socialista Soviética, foi aflitiva,
revoltante, uma dolorosa lição, mas uma lição necessária, útil e benéfica!».
A assinatura do Tratado, essa pungente experiência, essa capitulação perante o
imperialismo, realizou-se a 3 de Março. Mas então, tropas alemãs estavam já perto de
Petrogrado, a Veneza do Norte, a cidade capital, princesa, filha e mãe da Revolução
de Outubro. Já tinham entrado em Minsk e a capital da Ucrânia, Kiev, que os
nacionalistas da Rada tinham atingido a 1 de Março veria a chegada dos alemães no
dia seguinte. Quando o Tratado foi assinado, a linha de ocupação alemã traçava-se de
Narva, no Báltico, até aos limites da fronteira Norte da Ucrânia. A desintegração
entre as organizações e os governos locais que apoiavam a República Soviética era
evidente. Pequenas revoluções em pequenas províncias perseguiam e assassinavam
os partidários do governo leninista de Petrogrado. A resistência não criava raízes.
Nascida na alma de revolucionários, logo se desfazia. Os alemães tinham pressa na
eliminação daquilo a que chamavam ‘a influência vermelha’. A seu favor tinham
destacamentos de cossacos e de nacionalistas de diversas categorias, todos unidos
pelo ódio às novas perspectivas que o poder soviético anunciava e pelo medo de que
as massas de ignorantes e de explorados enfim compreendessem o que estava em
jogo e quebrassem as grilhetas que, apesar da Revolução de Outubro, ainda as
mantinham cativas. Cativas, sim, de séculos de opressão e de sofrimentos, de séculos
de obscurantismo!
O governo soviético tinha preparado a sua própria evacuação para Moscovo. Mas, aí,
o Comité Regional partidário apressava-se em explicar que não estava de acordo com
a política ou com a composição do CC a que presidia Lénine e que trabalharia para
que este órgão supremo do partido fosse substituído. E confirmava, também, que os
2
comunistas de Moscovo não se consideravam obrigados a obedecer às decisões
relacionadas com a implementação do Tratado de Brest-Litovsk. Preferiam, como se
verifica na sua «estranha e monstruosa» declaração considerar que o poder soviético
era, na verdade, apenas formal, e achavam que a derrota os libertava para a tarefa de
agitarem pela revolução em todos os países. Foi o próprio Lénine, evidentemente,
quem considerou esta declaração como estranha e monstruosa.
A 8 de Março o Congresso do Partido confirmava que houvera necessidade de assinar
o doloroso e humilhante tratado de paz. E que tal tivera de fazer-se devido à falta de
um exército digno desse nome e para que se obtivesse um período de relativa acalmia
antes de os imperialistas lançarem uma ofensiva geral contra a República dos
Sovietes. E salientou-se: «Ataques militares contra a Rússia Soviética, vindos de
Leste como do Ocidente, são inevitáveis. O Congresso, portanto, declara que a mais
fundamental de todas as tarefas do Partido está em que toda a vanguarda do
proletariado com consciência de classe se una ao poder soviético para que se
adoptem as mais enérgicas, decididas, drásticas medidas com vista a melhorar a
disciplina dos operários e dos camponeses, para explicar a inevitabilidade deste
histórico caminhar da Rússia em direcção à guerra patriótica e socialista de
libertação e para que sejam criadas em todo o país novas organizações de massas
que se mantenham unidas por uma vontade de ferro, capazes dos maiores esforços
no dia a dia da guerra e nos mais críticos momentos na vida de um povo. E para
que toda a população adulta comece a familiarizar-se com os vários assuntos
militares e ganhe conhecimentos de operações próprias de situações de combate. O
Congresso está certo de que os passos já dados pelo poder soviético, tendo em conta
o actual alinhamento de forças na arena mundial, se verificaram em clara
harmonia com os interesses da revolução, inevitáveis e necessários».
A ratificação do Tratado
Um dia sem guerra, mesmo na apodrecida paz de Brest-Litovsk, era um precioso
tempo na preparação para o conflito geral que, sem dúvida, se aproximava. Cinco dias
seriam espaço para respirar, uma eternidade em que os povos da Rússia imensa se
preparariam para a defesa do poder surgido da Revolução de Outubro. Os franceses e
os ingleses, posto que os alemães já colonizavam a Ucrânia, preparavam-se para a
tomada e a ocupação de Archangel, os japoneses aproximavam-se de Vladivostok,
como já sabemos. Na ordem do dia: a mudança de nome do Partido, alterações ao
respectivo programa. Mas acima de tudo era o 4.º Congresso Extraordinário dos
Sovietes de toda a Rússia, em sessão de 14 a 16 de Março de 1918, que dominava as
atenções. O ponto principal da ordem de trabalhos era a ratificação do Tratado de
Brest-Litovsk cuja assinatura o grupo comunista do Congresso, de que também
faziam parte outros partidos, aprovara por 453 votos contra 36. O Congresso
compunha-se de 1232 delegados e os partidos dispunham-se segundo os números
seguintes: Comunistas ou Bolcheviques: 795; Socialistas Revolucionários de
Esquerda: 283; Socialistas Revolucionários centristas: 25; Mencheviques: 21;
Mencheviques Internacionalistas: 11. O relatório respeitante à questão essencial, que
era a do Tratado, foi lido pelo novo Comissário para os Negócios Estrangeiros, G. V.
Chicherin, que substituíra Trotsky.
3
Numa atmosfera em que os partidários da não assinatura do Tratado também faziam
ouvir a sua voz e a argumentação do ‘trotskysmo’ crescia assente em bases duvidosas
e indefiníveis como a recusa da guerra e a recusa da paz, o irrealismo da esperada
revolução nos países imperialistas, dúvidas quanto à electrificação, sempre que se
mencionava o projecto da paz como essencial, Lénine afirmava, a 14: «Camaradas:
estamos hoje aqui para decidir a questão que marcará uma viragem no
desenvolvimento da Revolução russa e não só, mas também o da revolução
internacional, para decidir, enfim, correctamente, quanto aos termos severos que os
representantes soviéticos nos trazem de Brest-Litovsk».
Prosseguiria: «O caminho aberto pela nossa revolução desde o fim de Fevereiro de
1917 até ao 11 de Fevereiro deste ano, quando a ofensiva germânica começou
perante a recusa de Leon Trotsky em concluir a paz nos termos que, nessa altura, os
imperialistas alemães apresentavam, foi um caminho de êxitos ainda que
tempestuosos e curtos. Mas a partir de Outubro de 1917, a revolução colocaria o
poder nas mãos do proletariado revolucionário, estabeleceria um poder novo com o
apoio da vasta maioria dos trabalhadores da indústria e dos camponeses pobres –
depois de Outubro, a nossa revolução avançou, triunfal. Porém, através do vasto
país, a guerra civil começaria, ateada pelas forças inimigas do poder soviético,
pelos inimigos da classe trabalhadora e das massas exploradas, sempre apoiadas
pela burguesia imperialista».
E, em seguida, explicaria: «Nessa guerra, esses inimigos provaram a sua
insignificância. A guerra civil, nos seus primeiros dias, foi um triunfo constante do
poder soviético porque os seus oponentes, os exploradores, os grandes proprietários
rurais, a burguesia em geral, não possuíam apoios políticos ou económicos e os seus
ataques ao poder soviético entraram em colapso. Então, todas as secções do povo
trabalhador, até os próprios cossacos, abandonaram os exploradores que tentavam
desviá-los da nova era revolucionária». E continuou: «Com efeito, a revolução que
liquidou a monarquia em poucos dias, apenas, progrediu eliminando a resistência
das classes opostas numa guerra civil de só algumas semanas. Esta revolução, a
revolução da República soviética, entretanto, só poderia viver lado a lado com os
animais selvagens das potências do imperialismo e da pirataria internacional
enquanto estes, envolvidos numa luta mortal entre si, se mostrassem paralisados na
ofensiva contra a Rússia. E assim começou o período que se apresenta, agora,
diante dos nossos olhos».
A guerra de novo
O Congresso, finalmente, ratificou o Tratado de Paz já assinado em Brest-Litovsk,
como vimos, e reconheceu como correctos os actos do Comité Central Executivo e do
Conselho dos Comissários do Povo considerando imperativo que se organizassem
todas as forças do povo trabalhador para que o potencial defensivo do país fosse
restabelecido. E concluiu por apontar a necessidade absoluta de que o poderio militar
russo fosse recuperado na base de uma milícia socialista e do serviço militar
obrigatório para todos os jovens de ambos os sexos. As circunstâncias, como era
evidente, criavam condições difíceis para aqueles que não concordavam com Brest-
Litovsk. Bukarine, assim, recusou o lugar no CC do Partido para que fora eleito pelo
4
Congresso e os Comissários do Povo Smirnov, Obolensky e Yakovleva demitiam-se
dos importantes cargos que desempenhavam como membros do governo soviético e
do Conselho Supremo para os Assuntos Económicos. Eram os ‘comunistas de
esquerda’ a quem Lénine catalogaria como desleais, de «camaradas que
preparavam a divisão do Partido». O poder soviético, em fins de Março de 1918, não
podia mais manter a natureza relativamente democrática que o caracterizara desde os
primeiros tempos. Tinha uma guerra civil a gerar-se no interior do país, uma invasão
estrangeira às portas, uma crise económica generalizada e, agora, a dilacerante
ameaça de uma profunda ruptura entre os próprios bolcheviques enquanto a tão
esperada revolução do proletariado dos países imperialistas começava a não parecer
mais do que uma ilusão perante incontornáveis realidades.
No CC do Partido, reunido em exaustivas sessões constantes, as opiniões dividiam-se,
dolorosamente. Com Lénine quase sempre minoritário mas constantemente
persuasivo dado servir-se da convincente arma da realidade, votavam, normalmente,
Sverdlov, Zinoviev, Smilga, Staline e, ainda que nem sempre, Dzerzinski e Trotsky.
Mas este, atingido pelos ventos da contradição, repetia-se: «Quando me abstenho,
faço-o como forma de apoio às resoluções em causa. Não desejo agir de forma que a
unidade do Partido seja prejudicada». O imprudente Nikolai Ivanovitch Bukarine,
ainda que teórico brilhante, votava, invariavelmente, contra Lénine. Começamos a
conhecê-lo: comunista ‘de esquerda’, surgirá mais tarde como comunista ‘de direita’.
A guerra batia à porta da jovem República fundada pelo proletariado de Petrogrado.
Quando o ataque japonês a Vladivostok se tornava óbvio, Lénine, a 7 de Abril de 1918,
enviava o telegrama seguinte aos camaradas defensores do poder soviético no
Extremo Oriente: «Consideramos a situação como extremamente séria e
entendemos avisar-vos, categoricamente. Não tenhais ilusões. Inevitavelmente, os
japoneses vão atacar. Sem excepção, todos os países do imperialismo os auxiliarão.
E, de aí, a necessidade de vos preparardes sem qualquer demora para todos os
esforços. Deve prestar-se a maior atenção à forma como a vossa possível retirada
venha a ser efectuada, assim como à remoção de tudo o que exista de valor em
armazéns e, particularmente, material circulante ferroviário, locomotivas,
carruagens e outros. Não estabeleçam objectivos irrealizáveis. Preparem-se para
sabotar e fazer explodir as linhas dos caminhos-de-ferro. Estabeleçam campos de
minas à volta de Irkutsk e por toda a zona do Transbaikal».
Pelo Socialismo
Questões político-ideológicas com atualidade
http://www.pelosocialismo.net
_____________________________________________
Publicado no “Avante!” n.º 2083, de 2013/10/31: http://www.avante.pt/pt/2083//127512/
Colocado em linha em: 2013/12/16
URSS um novo olhar sobre a sua história
Drama no seio da Revolução de Outubro
Manoel de Lencastre
Trotsky pedira a demissão do seu cargo de Comissário para os Negócios
Estrangeiros. O Comité Central parecia agonizar numa luta terrível para
conseguir consenso durante o debate que levaria à designação dos
camaradas que haviam de seguir para Brest-Litovsk e proceder,
finalmente, à assinatura do Tratado com o governo alemão.
«Esta semana», disse Lénine, «a semana de 18 a 24 de Fevereiro de 1918 em que
vimos a captura de Dvinsk e de Pskov, a semana em que se deu a ofensiva militar
dos imperialistas alemães contra a República Socialista Soviética, foi aflitiva,
revoltante, uma dolorosa lição, mas uma lição necessária, útil e benéfica!».
A assinatura do Tratado, essa pungente experiência, essa capitulação perante o
imperialismo, realizou-se a 3 de Março. Mas então, tropas alemãs estavam já perto de
Petrogrado, a Veneza do Norte, a cidade capital, princesa, filha e mãe da Revolução
de Outubro. Já tinham entrado em Minsk e a capital da Ucrânia, Kiev, que os
nacionalistas da Rada tinham atingido a 1 de Março veria a chegada dos alemães no
dia seguinte. Quando o Tratado foi assinado, a linha de ocupação alemã traçava-se de
Narva, no Báltico, até aos limites da fronteira Norte da Ucrânia. A desintegração
entre as organizações e os governos locais que apoiavam a República Soviética era
evidente. Pequenas revoluções em pequenas províncias perseguiam e assassinavam
os partidários do governo leninista de Petrogrado. A resistência não criava raízes.
Nascida na alma de revolucionários, logo se desfazia. Os alemães tinham pressa na
eliminação daquilo a que chamavam ‘a influência vermelha’. A seu favor tinham
destacamentos de cossacos e de nacionalistas de diversas categorias, todos unidos
pelo ódio às novas perspectivas que o poder soviético anunciava e pelo medo de que
as massas de ignorantes e de explorados enfim compreendessem o que estava em
jogo e quebrassem as grilhetas que, apesar da Revolução de Outubro, ainda as
mantinham cativas. Cativas, sim, de séculos de opressão e de sofrimentos, de séculos
de obscurantismo!
O governo soviético tinha preparado a sua própria evacuação para Moscovo. Mas, aí,
o Comité Regional partidário apressava-se em explicar que não estava de acordo com
a política ou com a composição do CC a que presidia Lénine e que trabalharia para
que este órgão supremo do partido fosse substituído. E confirmava, também, que os
2
comunistas de Moscovo não se consideravam obrigados a obedecer às decisões
relacionadas com a implementação do Tratado de Brest-Litovsk. Preferiam, como se
verifica na sua «estranha e monstruosa» declaração considerar que o poder soviético
era, na verdade, apenas formal, e achavam que a derrota os libertava para a tarefa de
agitarem pela revolução em todos os países. Foi o próprio Lénine, evidentemente,
quem considerou esta declaração como estranha e monstruosa.
A 8 de Março o Congresso do Partido confirmava que houvera necessidade de assinar
o doloroso e humilhante tratado de paz. E que tal tivera de fazer-se devido à falta de
um exército digno desse nome e para que se obtivesse um período de relativa acalmia
antes de os imperialistas lançarem uma ofensiva geral contra a República dos
Sovietes. E salientou-se: «Ataques militares contra a Rússia Soviética, vindos de
Leste como do Ocidente, são inevitáveis. O Congresso, portanto, declara que a mais
fundamental de todas as tarefas do Partido está em que toda a vanguarda do
proletariado com consciência de classe se una ao poder soviético para que se
adoptem as mais enérgicas, decididas, drásticas medidas com vista a melhorar a
disciplina dos operários e dos camponeses, para explicar a inevitabilidade deste
histórico caminhar da Rússia em direcção à guerra patriótica e socialista de
libertação e para que sejam criadas em todo o país novas organizações de massas
que se mantenham unidas por uma vontade de ferro, capazes dos maiores esforços
no dia a dia da guerra e nos mais críticos momentos na vida de um povo. E para
que toda a população adulta comece a familiarizar-se com os vários assuntos
militares e ganhe conhecimentos de operações próprias de situações de combate. O
Congresso está certo de que os passos já dados pelo poder soviético, tendo em conta
o actual alinhamento de forças na arena mundial, se verificaram em clara
harmonia com os interesses da revolução, inevitáveis e necessários».
A ratificação do Tratado
Um dia sem guerra, mesmo na apodrecida paz de Brest-Litovsk, era um precioso
tempo na preparação para o conflito geral que, sem dúvida, se aproximava. Cinco dias
seriam espaço para respirar, uma eternidade em que os povos da Rússia imensa se
preparariam para a defesa do poder surgido da Revolução de Outubro. Os franceses e
os ingleses, posto que os alemães já colonizavam a Ucrânia, preparavam-se para a
tomada e a ocupação de Archangel, os japoneses aproximavam-se de Vladivostok,
como já sabemos. Na ordem do dia: a mudança de nome do Partido, alterações ao
respectivo programa. Mas acima de tudo era o 4.º Congresso Extraordinário dos
Sovietes de toda a Rússia, em sessão de 14 a 16 de Março de 1918, que dominava as
atenções. O ponto principal da ordem de trabalhos era a ratificação do Tratado de
Brest-Litovsk cuja assinatura o grupo comunista do Congresso, de que também
faziam parte outros partidos, aprovara por 453 votos contra 36. O Congresso
compunha-se de 1232 delegados e os partidos dispunham-se segundo os números
seguintes: Comunistas ou Bolcheviques: 795; Socialistas Revolucionários de
Esquerda: 283; Socialistas Revolucionários centristas: 25; Mencheviques: 21;
Mencheviques Internacionalistas: 11. O relatório respeitante à questão essencial, que
era a do Tratado, foi lido pelo novo Comissário para os Negócios Estrangeiros, G. V.
Chicherin, que substituíra Trotsky.
3
Numa atmosfera em que os partidários da não assinatura do Tratado também faziam
ouvir a sua voz e a argumentação do ‘trotskysmo’ crescia assente em bases duvidosas
e indefiníveis como a recusa da guerra e a recusa da paz, o irrealismo da esperada
revolução nos países imperialistas, dúvidas quanto à electrificação, sempre que se
mencionava o projecto da paz como essencial, Lénine afirmava, a 14: «Camaradas:
estamos hoje aqui para decidir a questão que marcará uma viragem no
desenvolvimento da Revolução russa e não só, mas também o da revolução
internacional, para decidir, enfim, correctamente, quanto aos termos severos que os
representantes soviéticos nos trazem de Brest-Litovsk».
Prosseguiria: «O caminho aberto pela nossa revolução desde o fim de Fevereiro de
1917 até ao 11 de Fevereiro deste ano, quando a ofensiva germânica começou
perante a recusa de Leon Trotsky em concluir a paz nos termos que, nessa altura, os
imperialistas alemães apresentavam, foi um caminho de êxitos ainda que
tempestuosos e curtos. Mas a partir de Outubro de 1917, a revolução colocaria o
poder nas mãos do proletariado revolucionário, estabeleceria um poder novo com o
apoio da vasta maioria dos trabalhadores da indústria e dos camponeses pobres –
depois de Outubro, a nossa revolução avançou, triunfal. Porém, através do vasto
país, a guerra civil começaria, ateada pelas forças inimigas do poder soviético,
pelos inimigos da classe trabalhadora e das massas exploradas, sempre apoiadas
pela burguesia imperialista».
E, em seguida, explicaria: «Nessa guerra, esses inimigos provaram a sua
insignificância. A guerra civil, nos seus primeiros dias, foi um triunfo constante do
poder soviético porque os seus oponentes, os exploradores, os grandes proprietários
rurais, a burguesia em geral, não possuíam apoios políticos ou económicos e os seus
ataques ao poder soviético entraram em colapso. Então, todas as secções do povo
trabalhador, até os próprios cossacos, abandonaram os exploradores que tentavam
desviá-los da nova era revolucionária». E continuou: «Com efeito, a revolução que
liquidou a monarquia em poucos dias, apenas, progrediu eliminando a resistência
das classes opostas numa guerra civil de só algumas semanas. Esta revolução, a
revolução da República soviética, entretanto, só poderia viver lado a lado com os
animais selvagens das potências do imperialismo e da pirataria internacional
enquanto estes, envolvidos numa luta mortal entre si, se mostrassem paralisados na
ofensiva contra a Rússia. E assim começou o período que se apresenta, agora,
diante dos nossos olhos».
A guerra de novo
O Congresso, finalmente, ratificou o Tratado de Paz já assinado em Brest-Litovsk,
como vimos, e reconheceu como correctos os actos do Comité Central Executivo e do
Conselho dos Comissários do Povo considerando imperativo que se organizassem
todas as forças do povo trabalhador para que o potencial defensivo do país fosse
restabelecido. E concluiu por apontar a necessidade absoluta de que o poderio militar
russo fosse recuperado na base de uma milícia socialista e do serviço militar
obrigatório para todos os jovens de ambos os sexos. As circunstâncias, como era
evidente, criavam condições difíceis para aqueles que não concordavam com Brest-
Litovsk. Bukarine, assim, recusou o lugar no CC do Partido para que fora eleito pelo
4
Congresso e os Comissários do Povo Smirnov, Obolensky e Yakovleva demitiam-se
dos importantes cargos que desempenhavam como membros do governo soviético e
do Conselho Supremo para os Assuntos Económicos. Eram os ‘comunistas de
esquerda’ a quem Lénine catalogaria como desleais, de «camaradas que
preparavam a divisão do Partido». O poder soviético, em fins de Março de 1918, não
podia mais manter a natureza relativamente democrática que o caracterizara desde os
primeiros tempos. Tinha uma guerra civil a gerar-se no interior do país, uma invasão
estrangeira às portas, uma crise económica generalizada e, agora, a dilacerante
ameaça de uma profunda ruptura entre os próprios bolcheviques enquanto a tão
esperada revolução do proletariado dos países imperialistas começava a não parecer
mais do que uma ilusão perante incontornáveis realidades.
No CC do Partido, reunido em exaustivas sessões constantes, as opiniões dividiam-se,
dolorosamente. Com Lénine quase sempre minoritário mas constantemente
persuasivo dado servir-se da convincente arma da realidade, votavam, normalmente,
Sverdlov, Zinoviev, Smilga, Staline e, ainda que nem sempre, Dzerzinski e Trotsky.
Mas este, atingido pelos ventos da contradição, repetia-se: «Quando me abstenho,
faço-o como forma de apoio às resoluções em causa. Não desejo agir de forma que a
unidade do Partido seja prejudicada». O imprudente Nikolai Ivanovitch Bukarine,
ainda que teórico brilhante, votava, invariavelmente, contra Lénine. Começamos a
conhecê-lo: comunista ‘de esquerda’, surgirá mais tarde como comunista ‘de direita’.
A guerra batia à porta da jovem República fundada pelo proletariado de Petrogrado.
Quando o ataque japonês a Vladivostok se tornava óbvio, Lénine, a 7 de Abril de 1918,
enviava o telegrama seguinte aos camaradas defensores do poder soviético no
Extremo Oriente: «Consideramos a situação como extremamente séria e
entendemos avisar-vos, categoricamente. Não tenhais ilusões. Inevitavelmente, os
japoneses vão atacar. Sem excepção, todos os países do imperialismo os auxiliarão.
E, de aí, a necessidade de vos preparardes sem qualquer demora para todos os
esforços. Deve prestar-se a maior atenção à forma como a vossa possível retirada
venha a ser efectuada, assim como à remoção de tudo o que exista de valor em
armazéns e, particularmente, material circulante ferroviário, locomotivas,
carruagens e outros. Não estabeleçam objectivos irrealizáveis. Preparem-se para
sabotar e fazer explodir as linhas dos caminhos-de-ferro. Estabeleçam campos de
minas à volta de Irkutsk e por toda a zona do Transbaikal».
quarta-feira, 25 de dezembro de 2013
MARC BLOCH
Por Antonio Gasparetto Junior
Marc Bloch foi um renomado historiador francês que se destacou por ser um dos fundadores da Escola dos Annales.
Marc Bloch foi um renomado historiador francês que se destacou por ser um dos fundadores da Escola dos Annales.
Nascido no dia 6 de julho de 1886, na cidade de Lyon, França, o judeu Marc Léopold Benjamim Bloch era filho do Professor de História Antiga Gustave Bloch. Durante sua formação acadêmica, estudou em Paris, Berlim e Leipzig. Trabalhou durante alguns anos como pesquisador na Fundação Thiers, mas teve que interromper suas atividades para combater na Primeira Guerra Mundial. Foi soldado de infantaria e chegou a receber uma condecoração militar por mérito após ser ferido em batalha.
Foi depois da Primeira Guerra Mundial que Marc Bloch começou a desenvolver efetivamente sua carreira. Quando ingressou na Universidade de Estrasburgo, conheceu Lucien Febvre, um colega com o qual conviveria e juntos marcariam profundamente a historiografia. Os dois fundaram, em 1929, a revista Annales d’Histoire Économique et Sociale, que é um referencial de influência para muitos Historiadores até hoje e foi fundamental para o desenvolvimento das chamadas Nova História e História das Mentalidades.
Na década de 1930, Marc Bloch ocupou a cadeira de História Economica na Sorbonne e a revista alcançou sucesso mundial, refletindo na formação da chamada Escola dos Annales. Mas, em 1939, a guerra tomou conta da Europa novamente e os nazistas invadiram a França. Marc Bloch chegou a militar na resistência francesa, mas foi capturado e torturado pela Gestapo. Morreu fuzilado no dia 16 de junho de 1944.
A vida de Marc Bloch foi caracterizada por um intenso trabalho, uma carreira universitária brilhante e uma destacada produção científica. É considerado o maior medievalista de todos os tempos e, para alguns, o maior Historiador do século XX. Como um dos grandes responsáveis pela renovação do pensamento histórico, abriu novos horizontes para compreensão do feudalismo. Abandonou o caminho da História Tradicional de sequência de fatos com nomes e datas e se empenhou na construção de análises que consideram a complexa relação entre o homem, a sociedade e o tempo.
Marc Bloch publicou vários livros que se tornaram clássicos da historiografia. Além de diversos artigos impactantes. O primeiro deles, para citar o mais importante, foi Os Reis Taumaturgos (1924), no qual analisa a crença popular do poder de cura com o toque do rei e suas implicações na França e na Inglaterra medieval. Mas sua grande obra foi publicada em 1939 e intitulada de A Sociedade Feudal. Neste livro, o autor apresenta uma nova abordagem sobre a questão do feudalismo que marcaria profundamente sua carreira como um grande medievalista. Além desses dois clássicos publicados em vida, Marc Bloch teve outras obras que foram lançadas após seu falecimento e que também se tornaram referência para os Historiadores. É o caso de Apologia da História ou o Ofício do Historiador (1949), que apresenta uma discussão teórica sobre a ciência histórica e o trabalho do Historiador.
Com tudo isso, Marc Bloch é uma eterna referência para os Historiadores e notoriamente um dos maiores intelectuais do século XX. Sua obra e vida continuam sendo objetos de pesquisa e fontes de referência para muitos trabalhos.
Fontes:
http://www.marcbloch.fr/bio.html
http://cmb.ehess.fr/document49.html#ftn1
http://www.marcbloch.fr/bio.html
http://cmb.ehess.fr/document49.html#ftn1
in InfoEscola
sexta-feira, 20 de dezembro de 2013
Paul-Michel Foucault, filho do cirurgião Paul Foucault e de Anna Malapert, nasceu em Poitiers, no dia 15 de outubro de 1926. Embora pertencesse a uma tradicional família de médicos, Michel caminhou em outra direção. Na sua educação escolar encontrou todas as influências necessárias para guiá-lo no caminho da filosofia. Seu primeiro mentor foi o Padre De Montsabert, do qual herdou seu gosto pela história. Além disso, era um autodidata e adorava ler. Foucault viveu o contexto da Segunda Guerra Mundial, o que estimulava ainda mais seu interesse pelas Ciências Humanas. Mesmo contrariando os desejos paternos de que seguisse a Medicina, suas condições sócio-financeiras lhe permitiam seguir com seus estudos.
Em 1945, com o fim da Guerra, Michel passa a morar em Paris e, neste mesmo ano, tenta pela primeira vez entrar na Escola Normal Superior, mas é reprovado. Vai estudar então no Liceu, onde tem aulas com o famoso filósofo hegelianista Jean Hyppolite. No ano seguinte ele consegue finalmente ingressar na Escola Normal Superior da França, e aí tem aulas com Maurice Merleau-Ponty. Foucault realiza sua graduação em Filosofia na Sorbonne, em 1949 obtém o diploma de Psicologia e coroa seus estudos filosóficos com uma tese sobre Hegel, orientado por Jean Hyppolite. Foucault foi sempre mentalmente inquieto, curioso e angustiado diante da existência, o que o levou a tentar o suicídio várias vezes. Politicamente ele tentou se enquadrar no Partido Comunista Francês, mas essa filiação durou pouco tempo, porque não suportou suas ingerências na vida pessoal.
Michel Foucault, em 1951, passa a ministrar aulas de psicologia na Escola Normal Superior e, entre seus alunos, estão Derrida e Paul Veyne, entre outros. Ainda neste ano ele adquire uma experiência fundamental no Hospital Psiquiátrico de Saint-Anne, que irá repercutir posteriormente em seus escritos sobre a loucura. O filósofo começa a seguir as trilhas do Seminário de Jacques Lacan, e neste mesmo período aproxima-se de Nietzsche, através de Maurice Blanchot e Georges Bataille. No campo psicológico, ele conclui seus estudos em Psicologia Experimental, estudando Janet, Piaget, Lacan e Freud. De 1970 a 1984, Michel ocupa o cargo de Professor de História dos Sistemas de Pensamento no Collége de France, no qual ele toma posse com uma aula que se torna famosa sob o título de “Ordem do Discurso”.
Suas obras, desde a “História da Loucura” até “A História da Sexualidade”, que com sua morte ficaria inacabada, enquadram-se dentro da Filosofia do Conhecimento. Anteriormente, porém, publicou “Doença Mental e Psicologia”, quando ainda tinha 28 anos. Mas foi realmente com “História da Loucura”, de 1961, sua tese de doutorado na Sorbonne, que ele se consolidou na Filosofia. Neste livro ele explora as razões que teriam levado, nos séculos XVII e XVIII, à marginalização daqueles que eram considerados desprovidos da capacidade racional. Seus estudos sobre o saber, o poder e o sujeito inovaram o campo reflexivo sobre estas questões. Tudo que se concebia sobre estes temas em termos modernos é transgredido pelo pensamento foucaultiano, o que levam muitos a considerarem o filósofo, a despeito de sua própria auto-opinião, um pós-moderno.
A princípio Foucault seguiu uma linha estruturalista, mas em obras como “Vigiar e Punir” e “A História da Sexualidade”, ele é concebido como um pós-estruturalista. A questão do ‘poder’ é amplamente discutida pelo filósofo, mas não no seu sentido tradicional, inserido na esfera estatal ou institucional, o que tornaria a concepção marxista de conquista do poder uma mera utopia. Segundo ele, este conceito está entranhado em todas as instâncias da vida e em cada pessoa, ninguém está a salvo dele. Assim, Michel considera o poder como algo não só repressor, mas também criador de verdades e de saberes, e onipresente no sujeito. Ele estuda o que de mais íntimo existe em cada cultura ou estrutura, investigando a loucura, o ponto de vista da Medicina, em “Nascimento da Clínica”, a essência das Ciências Humanas, no livro “As Palavras e as Coisas”, os mecanismos do saber em “A Arqueologia do Saber”. Na sua produção acadêmica ele investiu contra a psiquiatria e a psicanálise tradicionais. Além da sua obra conhecida, muitos cursos e entrevistas do autor contribuem para uma melhor compreensão de sua forma de pensar. No mês de junho de 1984, o filósofo foi vítima de um agravamento da AIDS, que provocou em seu organismo uma septicemia.
in InfoEscola
Em 1945, com o fim da Guerra, Michel passa a morar em Paris e, neste mesmo ano, tenta pela primeira vez entrar na Escola Normal Superior, mas é reprovado. Vai estudar então no Liceu, onde tem aulas com o famoso filósofo hegelianista Jean Hyppolite. No ano seguinte ele consegue finalmente ingressar na Escola Normal Superior da França, e aí tem aulas com Maurice Merleau-Ponty. Foucault realiza sua graduação em Filosofia na Sorbonne, em 1949 obtém o diploma de Psicologia e coroa seus estudos filosóficos com uma tese sobre Hegel, orientado por Jean Hyppolite. Foucault foi sempre mentalmente inquieto, curioso e angustiado diante da existência, o que o levou a tentar o suicídio várias vezes. Politicamente ele tentou se enquadrar no Partido Comunista Francês, mas essa filiação durou pouco tempo, porque não suportou suas ingerências na vida pessoal.
Michel Foucault, em 1951, passa a ministrar aulas de psicologia na Escola Normal Superior e, entre seus alunos, estão Derrida e Paul Veyne, entre outros. Ainda neste ano ele adquire uma experiência fundamental no Hospital Psiquiátrico de Saint-Anne, que irá repercutir posteriormente em seus escritos sobre a loucura. O filósofo começa a seguir as trilhas do Seminário de Jacques Lacan, e neste mesmo período aproxima-se de Nietzsche, através de Maurice Blanchot e Georges Bataille. No campo psicológico, ele conclui seus estudos em Psicologia Experimental, estudando Janet, Piaget, Lacan e Freud. De 1970 a 1984, Michel ocupa o cargo de Professor de História dos Sistemas de Pensamento no Collége de France, no qual ele toma posse com uma aula que se torna famosa sob o título de “Ordem do Discurso”.
Suas obras, desde a “História da Loucura” até “A História da Sexualidade”, que com sua morte ficaria inacabada, enquadram-se dentro da Filosofia do Conhecimento. Anteriormente, porém, publicou “Doença Mental e Psicologia”, quando ainda tinha 28 anos. Mas foi realmente com “História da Loucura”, de 1961, sua tese de doutorado na Sorbonne, que ele se consolidou na Filosofia. Neste livro ele explora as razões que teriam levado, nos séculos XVII e XVIII, à marginalização daqueles que eram considerados desprovidos da capacidade racional. Seus estudos sobre o saber, o poder e o sujeito inovaram o campo reflexivo sobre estas questões. Tudo que se concebia sobre estes temas em termos modernos é transgredido pelo pensamento foucaultiano, o que levam muitos a considerarem o filósofo, a despeito de sua própria auto-opinião, um pós-moderno.
A princípio Foucault seguiu uma linha estruturalista, mas em obras como “Vigiar e Punir” e “A História da Sexualidade”, ele é concebido como um pós-estruturalista. A questão do ‘poder’ é amplamente discutida pelo filósofo, mas não no seu sentido tradicional, inserido na esfera estatal ou institucional, o que tornaria a concepção marxista de conquista do poder uma mera utopia. Segundo ele, este conceito está entranhado em todas as instâncias da vida e em cada pessoa, ninguém está a salvo dele. Assim, Michel considera o poder como algo não só repressor, mas também criador de verdades e de saberes, e onipresente no sujeito. Ele estuda o que de mais íntimo existe em cada cultura ou estrutura, investigando a loucura, o ponto de vista da Medicina, em “Nascimento da Clínica”, a essência das Ciências Humanas, no livro “As Palavras e as Coisas”, os mecanismos do saber em “A Arqueologia do Saber”. Na sua produção acadêmica ele investiu contra a psiquiatria e a psicanálise tradicionais. Além da sua obra conhecida, muitos cursos e entrevistas do autor contribuem para uma melhor compreensão de sua forma de pensar. No mês de junho de 1984, o filósofo foi vítima de um agravamento da AIDS, que provocou em seu organismo uma septicemia.
in InfoEscola
segunda-feira, 16 de dezembro de 2013
Irlanda: resgatar os bancos à custa do povo
No dia seguinte à libertação da Irlanda da intervenção da troika, o secretário-geral da maior confederação de sindicatos daquele território, David Begg, dificilmente poderia ser mais corrosivo, no âmbito de uma entrevista que concede ao Diário Económico. Questionado por aquela publicação sobre se o programa da troika foi bom para a Irlanda, a resposta pronta e peremptória foi um redondo: “Não”.
“O desemprego está mais alto, a nossa dívida é maior e a emigração está a levar os melhores e mais brilhantes dos nossos jovens. O programa provocou a destruição económica e social da Irlanda”, afirmou, ciente de que “o país carrega uma dívida enorme por cortesia da decisão de resgatar os bancos – um resultado da estupidez política e da pressão do Banco Central Europeu”.
Na opinião do sindicalista, “a política do dia 16 [hoje] será a mesma do dia 15 de Dezembro [data da saída da Irlanda do programa de resgate financeiro]”, porque “a Europa está refém de uma mentalidade de austeridade”, já que “a troika era uma tecnocracia sem sentimentos, que não ouvia”.
Prova disso, para David Begg, são as declarações do antigo chefe de missão do FMI na Irlanda, Ashoka Mody, que afirmou em entrevista ao Irish Times que “toda a política estava errada desde o primeiro dia”.
“O custo do ajustamento esmagou essencialmente quem estava pior e os escalões de rendimento médios e baixos”, lamentou o secretário-geral do ICTU, salientando a necessidade de os sindicatos se reagruparem e reorganizarem para “retomar a batalha em 2014”.
quinta-feira, 12 de dezembro de 2013
A sociedade do espetáculo
De Guy Debord
De Guy Debord
Capítulo I
A separação acabada
A separação acabada
E sem dúvida o nosso tempo... prefere a imagem à coisa, a cópia ao original, a representação à realidade, a aparência ao ser... O que é sagrado para ele, não é senão ailusão, mas o que é profano é a verdade. Melhor, o sagrado cresce a seus olhos à medida que decresce a verdade e que a ilusão aumenta, de modo que para ele o cúmulo da ilusão é também o cúmulo do sagrado. (Feuerbach, prefácio à segunda edição de A essência do cristianismo.)
1
Toda a vida das sociedades nas quais reinam as condições modernas de produção se anuncia como uma imensa acumulação de espetáculos. Tudo o que era diretamente vivido se afastou numa representação.
2
As imagens que se desligaram de cada aspecto da vida fundem-se num curso comum, onde a unidade desta vida já não pode ser restabelecida. A realidade considerada parcialmente desdobra-se na sua própria unidade geral enquanto pseudomundo à parte, objeto de exclusiva contemplação. A especialização das imagens do mundo encontra-se realizada no mundo da imagem autonomizada, onde o mentiroso mentiu a si próprio. O espetáculo em geral, como inversão concreta da vida, é o movimento autônomo do não-vivo.
3
O espetáculo apresenta-se ao mesmo tempo como a própria sociedade, como uma parte da sociedade, e como instrumento de unificação. Enquanto parte da sociedade, ele é expressamente o setor que concentra todo o olhar e toda a consciência. Pelo próprio fato de este setor ser separado, ele é o lugar do olhar iludido e da falsa consciência; e a unificação que realiza não é outra coisa senão uma linguagem oficial da separação generalizada.
4
O espetáculo não é um conjunto de imagens, mas uma relação social entre pessoas, mediada por imagens.
5
O espetáculo não pode ser compreendido como o abuso de um mundo da visão, o produto das técnicas de difusão massiva de imagens. Ele é bem mais umaWeltanschauung tornada efetiva, materialmente traduzida. É uma visão do mundo que se objetivou.
6
O espetáculo, compreendido na sua totalidade, é ao mesmo tempo o resultado e o projeto do modo de produção existente. Ele não é um suplemento ao mundo real, a sua decoração readicionada. É o coração da irrealidade da sociedade real. Sob todas as suas formas particulares, informação ou propaganda, publicidade ou consumo direto de divertimentos, o espetáculo constitui o modelo presente da vida socialmente dominante. Ele é a afirmação onipresente da escolha já feita na produção, e o seu corolário o consumo. Forma e conteúdo do espetáculo são, identicamente, a justificação total das condições e dos fins do sistema existente. O espetáculo é também a presença permanente desta justificação, enquanto ocupação da parte principal do tempo vivido fora da produção moderna.
7
A própria separação faz parte da unidade do mundo, da práxis social global que se cindiu em realidade e imagem. A prática social, perante a qual se põe o espetáculo autônomo, é também a totalidade real que contém o espetáculo. Mas a cisão nesta totalidade mutila-a ao ponto de fazer aparecer o espetáculo como sua finalidade. A linguagem do espetáculo é constituída por signos da produção reinante, que são ao mesmo tempo a finalidade última desta produção.
8
Não se pode opor abstratamente o espetáculo e a atividade social efetiva; este desdobramento está ele próprio desdobrado. O espetáculo que inverte o real é efetivamente produzido. Ao mesmo tempo, a realidade vivida é materialmente invadida pela contemplação do espetáculo, e retoma em si própria a ordem espetacular dando-lhe uma adesão positiva. A realidade objetiva está presente nos dois lados. Cada noção assim fixada não tem por fundamento senão a sua passagem ao oposto: a realidade surge no espetáculo, e o espetáculo é real. Esta alienação recíproca é a essência e o sustento da sociedade existente.
9
No mundo realmente reinvertido, o verdadeiro é um momento do falso.
10
O conceito de espetáculo unifica e explica uma grande diversidade de fenômenos aparentes. As suas diversidades e contrastes são as aparências desta aparência organizada socialmente, que deve, ela própria, ser reconhecida na sua verdade geral. Considerado segundo os seus próprios termos, o espetáculo é a afirmação da aparência e a afirmação de toda a vida humana, isto é, social, como simples aparência. Mas a crítica que atinge a verdade do espetáculo descobre-o como a negação visível da vida; como uma negação da vida que se tornou visível.
11
Para descrever o espetáculo, a sua formação, as suas funções e as forças que tendem para a sua dissolução, é preciso distinguir artificialmente elementos inseparáveis. Ao analisar o espetáculo, fala-se em certa medida a própria linguagem do espetacular, no sentido em que se pisa o terreno metodológico desta sociedade que se exprime no espetáculo. Mas o espetáculo não é outra coisa senão o sentido da prática total de uma formação socioeconômica, o seu emprego do tempo. É o momento histórico que nos contém.
12
O espetáculo apresenta-se como uma enorme positividade indiscutível e inacessível. Ele nada mais diz senão que "o que aparece é bom, o que é bom aparece". A atitude que ele exige por princípio é esta aceitação passiva que, na verdade, ele já obteve pela sua maneira de aparecer sem réplica, pelo seu monopólio da aparência.
13
O caráter fundamentalmente tautológico do espetáculo decorre do simples fato de os seus meios serem ao mesmo tempo a sua finalidade. Ele é o sol que não tem poente, no império da passividade moderna. Recobre toda a superfície do mundo e banha-se indefinidamente na sua própria glória.
14
A sociedade que repousa sobre a indústria moderna não é fortuitamente ou superficialmente espetacular, ela é fundamentalmente espetaculosa. No espetáculo, imagem da economia reinante, o fim não é nada, o desenvolvimento é tudo. O espetáculo não quer chegar a outra coisa senão a si próprio.
15
Enquanto indispensável adorno dos objetos hoje produzidos, enquanto exposição geral da racionalidade do sistema, e enquanto setor econômico avançado que modela diretamente uma multidão crescente de imagens-objetos, o espetáculo é a principal produção da sociedade atual.
16
O espetáculo submete a si os homens vivos, na medida em que a economia já os submeteu totalmente. Ele não é nada mais do que a economia desenvolvendo-se para si própria. É o reflexo fiel da produção das coisas, e a objetivação infiel dos produtores.
17
A primeira fase da dominação da economia sobre a vida social levou, na definição de toda a realização humana, a uma evidente degradação do serem ter. A fase presente da ocupação total da vida social pelos resultados acumulados da economia conduz a um deslizar generalizado do ter emparecer, de que todo o "ter" efetivo deve tirar o seu prestígio imediato e a sua função última. Ao mesmo tempo, toda a realidade individual se tornou social, diretamente dependente do poderio social, por ele moldada. Somente nisto em que ela não é, lhe é permitido aparecer.
18
Lá onde o mundo real se converte em simples imagens, as simples imagens tornam-se seres reais e motivações eficientes de um comportamento hipnótico. O espetáculo, como tendência para fazer ver por diferentes mediações especializadas o mundo que já não é diretamente apreensível, encontra normalmente na visão o sentido humano privilegiado que noutras épocas foi o tato; o sentido mais abstrato, e o mais mistificável, corresponde à abstração generalizada da sociedade atual. Mas o espetáculo não é identificável ao simples olhar, mesmo combinado com o ouvido. Ele é o que escapa à atividade dos homens, à reconsideração e à correção da sua obra. É o contrário do diálogo. Em toda a parte onde há representação independente, o espetáculo reconstitui-se.
terça-feira, 10 de dezembro de 2013
Mandela: um legado contraditório
Publicado em 09/12/2013 | 2 Comentários
Por Ruy Braga.
O grande símbolo da resistência ao apartheid racial morreu no dia 5 de dezembro passado. Quando penso em Nelson Mandela logo me vem à mente a icônica imagem do dia de sua libertação. Após 27 anos de encarceramento, emergiu um sorridente herói do povo, cumprimentando com seu punho direito erguido a massa que o acolheu como o incontestável guardião dos sonhos de sua emancipação. É difícil descrever a sensação que tive quando assisti pela TV esta cena. Foi um momento glorioso daquilo que Walter Benjamin chamou de “tradição dos oprimidos”: subitamente, o caudaloso fluxo da dominação detém-se por um instante, deixando antever a ainda nebulosa fisionomia da liberdade vindoura.
Fora da prisão, Mandela liderou a negociação estabelecida com o Estado fascista que sepultou o apartheid racial. O empenho pacificador demonstrado durante a transição democrática garantiu-lhe o prêmio Nobel da Paz de 1993. Por isso, pode parecer fácil escrever sobre ele. Bastaria, por exemplo, elogiar sua sublime disposição de perdoar os opressores brancos. Aliás, é exatamente isso que tem feito toda a imprensa mundial. No entanto, gostaria de destacar um outro ângulo, ou seja, o projeto político que, ao sair da prisão, ele afiançou. No final dos anos 1980, tão logo o Partido Nacional, com o domínio dos africânderes no governo, percebeu que iria ser derrotado pela resistência mais ou menos inorgânica de toda a sociedade civil sul-africana, iniciou-se um processo de negociação entre os fascistas e o maior partido anti-apartheid, isto é, o Congresso Nacional Africano (ANC). Ao longo de alguns poucos anos, o pacto social que deu origem à nova África do Sul foi urdido.
Conforme os termos do acordo, as tradicionais classes dominantes brancas manteriam o domínio e a propriedade de todos os setores econômicos estratégicos, transferindo progressivamente para o ANC o controle do aparelho de Estado. Enquanto os ativos financeiros das principais empresas do país migravam para Londres em um avassalador movimento de fuga de capitais que acentuou a dominação econômica branca, o Partido Comunista Sul-Africano (SACP), o Congresso dos Sindicatos Sul-Africanos (Cosatu) e o ANC formavam a coalizão conhecida como “Aliança Tripartite” que se transformou em uma poderosa máquina eleitoral, criando as condições para o estabelecimento de uma durável hegemonia alicerçada na “fusão” das principais forças anti-apartheid com o aparelho estatal.
Assim, sedimentou-se, em 1996, um modelo de (sub-)desenvolvimento capaz de combinar uma agenda neoliberal conhecida como “Growth, Employment and Redistribution” (GEAR) com algumas reformas pontuais cujo produto mais saliente foi a exacerbação das desigualdades de raça, de gênero e de classe social.[1] A partir de então, privatizações, cortes de gastos estatais e moderação salarial, combinaram-se com, por exemplo, a incorporação dos negros ao sistema público de saúde… O apartheid racial foi substituído por um apartheid social alimentado pela exploração da maioria dos trabalhadores negros. Mandela foi o grande fiador desta “revolução passiva”. Apenas um negro educado vivendo em um país dominado por brancos, um príncipe xhosa vivendo em um país de maioria zulu, um líder mundialmente admirado vivendo em um país carente de aceitação internacional, poderia dirigir este processo.
Após a transição para a democracia parlamentar, o ANC lançou, no início dos anos 2000, o Black Economic Empowerment, programa conhecido como “BEE”. Tratava-se de um programa para diminuir as disparidades sócio-econômicas existentes entre os diferentes grupos raciais por meio da incorporação de negros e de não brancos ao staff administrativo das empresas sul-africanas. Com essa política, o país testemunhou o surgimento de uma afluente elite econômica negra, conhecida como “Black Diamonds”, que acumulou imenso poder e riqueza devido à intimidade com o governo. Assim, ex-militantes sindicais comunistas tornaram-se sócios de empresas de mineração e ex-lideranças do ANC transformaram-se em mega-investidores financeiros. Dispensável dizer que escândalos de corrupção envolvendo altos executivos e políticos tornaram-se usuais.
Uma expressão curiosa surgiu para descrever a atual estrutura classista da África do Sul: “sociedade cappuccino”. Trata-se de uma menção à existência de uma larga base negra sobre a qual repousa uma “espuma” branca encimada por uma finíssima camada de chocolate em pó. O resultado? Da 90º posição no ranking da desigualdade, em 1994, ano da eleição presidencial de Mandela, a África do Sul ocupa atualmente a 121º posição. Não admira que neste tipo de sociedade tensões étnicas e sociais descambem rapidamente para a violência xenofóbica: a taxa de criminalidade do país está entre as 15 piores do mundo e a expectativa de vida da população é de apenas 53 anos.[2]
Ano passado, ao trocar alguns dólares no aeroporto de Johannesburgo percebi que a efígie de Mandela estampava as novas cédulas de rands. O “Pai da Pátria” aparecia sorrindo discretamente em todas as notas, não importando o valor. “A revolução passiva sul-africana está concluída”, pensei… No caminho para o hotel, fui informado que 36 mineiros haviam sido barbaramente assassinados há pouco pela polícia no acampamento de Marikana, nas cercanias de Rustemburgo, durante uma greve. Também soube que, em uníssono, a Aliança Tripartite estava improvisando argumentos a fim de justificar o massacre. Separadas por apenas 180 km, a distância entre Marikana e Sharpeville não poderia ser maior…
Tudo isso faz parte da herança deixada pelo maior símbolo da resistência ao apartheid racial. Como decifrá-la? Em 1963, ao ser condenado à morte no Julgamento de Rivonia, Mandela era um homem disposto a arriscar a própria vida pela libertação de seu povo. Por ser o comandante em chefe da ala armada de seu partido ele ficou quase três décadas encarcerado e merece nosso mais profundo respeito. No entanto, é necessário reconhecer que, na atual luta contra o apartheid social, os trabalhadores negros sul-africanos enfrentam sozinhos uma hegemonia deletéria que Mandela não economizou esforços para fortalecer. Para muito além da santificação do grande líder, algum dia, uma África do Sul emancipada saberá reconhecer e superar os limites deste legado contraditório.
sábado, 7 de dezembro de 2013
sexta-feira, 6 de dezembro de 2013
Morreu Nelson Mandela (1918-2013): a liberdade como obra
O primeiro Presidente negro da África do Sul morreu nesta quinta-feira, anunciou Jacob Zuma, Presidente sul-africano. O líder da luta anti-apartheid tinha 95 anos.
Nelson Mandela foi um homem de gestos. Como este: apenas aceitou sair da prisão quando recebeu garantias de que todos os outros prisioneiros políticos seriam libertados como ele. O advogado e activista acreditou na luta pela libertação de todo um povo. Depois de 27 anos preso, foi eleito o primeiro Presidente negro na África do Sul. O seu legado vai muito além do seu país e do tempo em que viveu. Morreu nesta quinta-feira, com 95 anos, na sua casa em Joanesburgo.
Quando anunciou que deixava a política, Nelson Mandela fê-lo com a mesma naturalidade com que dizia: “Toda a gente morre.” Escolheu deixar a presidência da África do Sul no fim do primeiro mandato dois anos depois de decidir abandonar a liderança do Congresso Nacional Africano (ANC), que transformou num farol da luta de libertação do seu país. Na sombra, manteve uma actividade pública, por vezes próxima da política. Estávamos em 1999.
Cinco anos depois, com 86 anos, anunciou brincando que ia “reformar-se da reforma”. Era a sua maneira de dizer que desta vez era mesmo de verdade. “Não me telefonem, eu telefono-vos”, disse na altura num encontro com jornalistas. “Não lhe telefonámos”, escreveu o jornalista Ido Lekota em 2010 no jornal The Sowetan, “mas a sua figura ‘maior do que a vida’ continua a pairar sobre a nossa democracia e o panorama político [da África do Sul].”
Hoje, três anos depois, Ido Lekota continuaria provavelmente a escrever o mesmo do líder da luta anti-apartheid, preso durante 27 anos por lutar contra o regime segregacionista da África do Sul, que foi prémio Nobel da Paz (com Frederik de Klerk) em 1993 e primeiro Presidente negro da África do Sul eleito um ano depois. “O estadista mais amado” do mundo, como se lhe referiu em tempos oNew York Times, esteve internado este ano, com uma infecção pulmonar, como o foi várias vezes nos últimos dois anos. Deixa uma obra completa: um país que imaginou e criou a partir de um ideal.
Advogado, líder da luta anti-apartheid, defensor do uso de armas em nome de uma luta igual com o opressor, Nelson Rolihlahla Mandela conseguiu ter do seu lado pacifistas como o arcebispo Desmond Tutu, que foi Nobel da Paz antes dele, em 1984, e que, quando Mandela esteve internado, rezou pelo “conforto e dignidade” daquele que considera ser “o ícone mundial da reconciliação”. Também foi o arcebispo Desmond Tutu quem disse, num dos últimos aniversários de Mandela, a 18 de Julho, que a melhor prenda que ele podia receber era que as pessoas fossem como ele, era saber que as pessoas seguiriam o seu exemplo.
De pessoa revoltada a magnânima
Tutu previu ser este um momento “traumático” para a África do Sul, o da perda de Mandela, figura que descreveu como “um ser humano fantástico”, numa entrevista em Junho de 2012 ao PÚBLICO, em Lisboa.
Tutu previu ser este um momento “traumático” para a África do Sul, o da perda de Mandela, figura que descreveu como “um ser humano fantástico”, numa entrevista em Junho de 2012 ao PÚBLICO, em Lisboa.
“Quando vai para a prisão, é uma pessoa zangada, revoltada, que acredita na violência como meio de conquistar a liberdade. E, quando sai, emerge como uma pessoa extraordinariamente magnânima. O sofrimento por que passou ajudou-o a suavizar a sua posição. (…) Ele acreditava convictamente que se é líder pelas pessoas que são lideradas e não em benefício próprio. Fomos incrivelmente abençoados por termos Madiba [Mandela] aos comandos, num momento histórico para o nosso país. (…).”
Pelo menos até ao fim de 2010, o ex-Presidente sul-africano continuava, todos os meses, a receber quatro mil mensagens do mundo inteiro. Algumas com uma homenagem, outras a desejarem-lhe uma reforma tranquila e feliz, segundo a Fundação Nelson Mandela, em Dezembro de 2010, que, na declaração também recebida pelo PÚBLICO, juntou um pedido a todos para se coibirem de pedir autógrafos, declarações, entrevistas ou aparições públicas em apoio a algum evento, de forma a “ajudar a tornar a reforma de Madiba um período de paz e tranquilidade”.
Seguiram-se meses e anos difíceis em que a sua saúde se deteriorou. E durante esta última permanência no hospital, à porta da sua casa em Joanesburgo e do hospital em Pretória, muitas flores foram deixadas com mensagens a desejar as melhoras ou a dizer: “Tata Madiba: Graças a ti, temos orgulho em ser sul-africanos.” Ou com promessas: “Prometemos viver em paz e harmonia.”
Descendente do rei thembu
O desejo de Mandela, expresso na autobiografia Longo Caminho para a Liberdade, era ser enterrado junto dos seus antepassados em Qunu, no Transkei, província do Cabo Oriental, onde nasceu em 1918, e foi educado para ser, como o pai falecido, conselheiro do rei thembu, Jongintaba Dalindyebo.
O desejo de Mandela, expresso na autobiografia Longo Caminho para a Liberdade, era ser enterrado junto dos seus antepassados em Qunu, no Transkei, província do Cabo Oriental, onde nasceu em 1918, e foi educado para ser, como o pai falecido, conselheiro do rei thembu, Jongintaba Dalindyebo.
Era descendente de Ngubengcuka, que tinha antes sido o rei dos thembu, incluídos no mais vasto grupo linguístico dos xhosa. Mandela descreve o rei, que foi seu pai adoptivo e do qual teria sido conselheiro, se não tivesse partido para Joanesburgo, como “um homem tolerante e esclarecido que tinha alcançado o objectivo [que caracteriza] todos os grandes líderes: manter o seu povo unido”.
Este “grande líder” acolhera Mandela com nove anos, após a morte do pai que, anos antes, ficara desapossado de tudo por desafiar um representante da administração britânica. A mãe, sem condições para o criar, entregou-o ao rei. Mandela aprendeu a escutar os anciãos.
Os vários nomes de Mandela
Mandela é muitas vezes chamado, na África do Sul, por "Tata", que significa "pai", ou por "khulu" que é "grandioso" – ambos na língua xhosa. Mas Mandela é sobretudo referido, em sinal de respeito, por "Madiba" – nome de um chefe thembu que reinou no Transkei no século XVIII, o nome do clã de Mandela que é mais importante do que o apelido.
Mandela é muitas vezes chamado, na África do Sul, por "Tata", que significa "pai", ou por "khulu" que é "grandioso" – ambos na língua xhosa. Mas Mandela é sobretudo referido, em sinal de respeito, por "Madiba" – nome de um chefe thembu que reinou no Transkei no século XVIII, o nome do clã de Mandela que é mais importante do que o apelido.
Na clandestinidade, a partir de 1961, vestiu a pele de um David Motsamayi; disfarçou-se várias vezes de motorista, cozinheiro, jardineiro.
Não foi conselheiro, nem rei, mas a sua educação de aristocrata, os estudos de advocacia, o carisma e dedicação à luta anti-apartheidfizeram dele o líder inquestionável do ANC e principal ícone da libertação da África do Sul. Não aceitou ser libertado da prisão, enquanto não fossem instituídos o fim do apartheid e o fim da proibição do ANC, o levantamento do estado de emergência e a libertação dos outros presos políticos.
“Eu prezo muito a minha liberdade, mas prezo ainda mais a vossa”, escreveu num discurso lido pela filha Zindzi, num comício no Soweto, em 1985, dirigido aos africanos e membros do ANC.
Recolhimento nacional
Também por isso, a morte de Mandela é “uma perda tremenda para o país”, disse Ray Hartley, director do jornal sul-africano The Times numa entrevista ao PÚBLICO. “A África do Sul perderá aquele sentimento reconfortante de que existia este grande unificador”, disse, embora prevendo que "os processos políticos não serão afectados pelo seu desaparecimento.”
Também por isso, a morte de Mandela é “uma perda tremenda para o país”, disse Ray Hartley, director do jornal sul-africano The Times numa entrevista ao PÚBLICO. “A África do Sul perderá aquele sentimento reconfortante de que existia este grande unificador”, disse, embora prevendo que "os processos políticos não serão afectados pelo seu desaparecimento.”
Também em entrevista, Thierry Vircoulon, investigador associado do Institut Français des Relations Internationales e co-autor deL’Afrique du Sud de Jacob Zuma (L’Harmattan), considerou que “a África do Sul vai entrar num momento de recolhimento nacional”. E realçou: “A nova África do Sul não vai desaparecer com ele, precisamente porque ele fez um excelente trabalho enquanto pai fundador dessa nova África do Sul.”
Os seus actos são frequentemente lembrados como exemplo para outros. As suas palavras ressoarão durante muito tempo como lições de vida.
Frederik W. de Klerk, ex-líder do Partido Nacional, fala do líder que confrontou em duras negociações e com quem partilhou o Prémio Nobel da Paz 1993, numa entrevista a propósito do livroConversations with Myself , também lançado em Portugal, em 2010, com o título Nelson Mandela – Arquivo Íntimo (Editora Objectiva), e que junta notas pessoais, cartas e diários de Mandela escritos antes e depois da saída da prisão: “Independentemente de qualquer crítica que possamos fazer, o homem que emerge deConversations with Myself é uma eminente figura não só na história da África do Sul, mas na história do século XX. Ele foi Presidente para desempenhar um papel exemplar na unificação e reconciliação do povo profundamente dividido da África do Sul”, disse aquele que foi o último Presidente branco da África do Sul (1989-1994).
Muitas vezes, admite na autobiografia Um Longo Caminho para a Liberdade, Mandela se questionou sobre o sofrimento que infligira à família durante a clandestinidade e nos anos na prisão de onde só saiu com 72 anos.
Já em liberdade, numa entrevista à revista norte-americana Timeem Fevereiro de 1990, disse acreditar no valor da dedicação quase exclusiva à luta: “Sim, valeu a pena. Ser preso por causa das nossas convicções e estar preparado para sofrer por aquilo em que se acredita vale a pena. É uma conquista para um homem cumprir o seu dever na terra independentemente das consequências.”
O difícil equilíbrio, nunca alcançado, entre a dedicação à família, por um lado, e à causa política da libertação, por outro, acompanhou-o durante a vida e é algo presente nas suas memórias do Arquivo Íntimo. Porém, aceitou-o da mesma forma que aceitou defender o recurso às armas como imprescindível para o sucesso da luta.
Em defesa das armas
“Nunca irei lamentar a decisão que tomei em 1961, mas gostaria que um dia a minha consciência estivesse tranquila”, disse referindo-se à decisão tomada nesse ano de passar à clandestinidade e formar o MK (Umkhonto we Sizwe – A lança da nação) de que foi primeiro comandante-chefe e que se tornou a ala militar do ANC. Viria a ser condenado a prisão perpétua em 1964 por sabotagem e conspiração.
“Nunca irei lamentar a decisão que tomei em 1961, mas gostaria que um dia a minha consciência estivesse tranquila”, disse referindo-se à decisão tomada nesse ano de passar à clandestinidade e formar o MK (Umkhonto we Sizwe – A lança da nação) de que foi primeiro comandante-chefe e que se tornou a ala militar do ANC. Viria a ser condenado a prisão perpétua em 1964 por sabotagem e conspiração.
Passou 18 anos na prisão de alta segurança de Robben Island. Esteve depois na prisão de Pollsmoor, e já no final foi transferido para a cadeia de Victor Verster perto da Cidade do Cabo.
Nos 23 anos que viveu depois de libertado, concluiu a missão, iniciada ainda na cadeia, de negociar o fim do apartheid com o Governo do Partido Nacionalista e foi eleito primeiro Presidente negro da África do Sul. Depois de terminado o mandato de cinco anos, retirou-se da política e passou a dedicar-se, através da fundação com o seu nome, a uma nova causa – o combate e a prevenção da sida – à qual se sentia especialmente ligado.
Em 2005, a morte do filho Makgatho, vítima de sida, levou Mandela a uma rara intervenção pública desde que deixara a vida política em 1999. Lançou um apelo ao fim do tabu, para que se falasse desta como de qualquer outra doença, por considerar que só assim a sida deixaria de ser fatal.
Já antes, quando estava preso, tinha perdido o filho mais velho Thembekile, num desastre de automóvel, em 1969, e uma filha pequena ainda bebé, Makawize, ambos do primeiro casamento com Evelyn Mase, de quem se divorciou em 1957.
Um ano depois conheceu e casou-se com Winnie Mandela, de quem teve duas filhas. Quando a viu pela primeira vez, “soube que a ia amar”, escreve na autobiografia. Durante os anos em que esteve preso, é a sua confidente e, durante muito tempo, quem melhor o compreende. A política, os métodos utilizados ou o rumo defendido para a luta acabam por separá-los. Mandela opta pelo divórcio em 1996.
Dos seis filhos que teve, acompanharam-no até ao fim as três filhas: Zindzi, Zenani e Makawize. E Graça Machel, com quem se casou dois anos depois do divórcio com Winnie, a 18 de Julho de 1998, no dia do 80.º aniversário.
Quando Mandela esteve esta última vez no hospital, Graça Machel agradeceu emocionada as muitas mensagens a desejar as melhoras do ex-Presidente vindas da África do Sul, do continente e do resto do mundo. Nessa mensagem pública e universal, Graça Machel dizia estar reconhecida a todos os que tinham, com isso, “feito uma diferença, na recuperação” de Mandela numa alusão às palavras do próprio: “O que conta na vida não é o facto de termos vivido. É a diferença que fizemos para a vida dos outros.”
in Público
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