El Hombre Normal
Yo, como todo hombre normal, estoy enamorado de una mujer;
una gran mujer nerviosa, bellísima, al borde de la histeria,
de una espléndida mujer que le gusta vivir,
que hace el amor como una niña de convento
a pesar de sus grandes ojos dibujados, de sus
largas piernas duras y del temblor de primavera,
del frenético temblor obsceno que desgarra la
blancura de su vientre.
Y estoy enamorado de mi tiempo.
que es brutal y también está al borde de la histeria.
Estoy enamorado de mi tiempo con los nervios en punta,
con la cabeza rebotando entre el estruendo y la esperanza,
entre la usura y el peligro,
entre la muerte y el amor:
Y sueño y vocifero
frente a una sorda, ululante multitud
de turbinas, pozos de petróleo, gigantescos combinados siderometalúrgicos donde el hombre crece en la presteza de sus dedos sobre tos controles y las herramientas, fundido al cuerpo caliente y brillante de las máquinas, que se desgastan incesanternente fabricando un mundo radiante y futuro, jamás visto, jamás oído, jamás tocado, habitado por fantasmas que apenas tenemos tiempo de engendrar.
Estoy enamorado de una mujer bellísima y neurótica como la Historia,
y me hundo en sus carnes espaciosas para que la aurora que estamos construyendo
no ilumine un planeta solitario
y melancólico.
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